Tienes derecho a decir que NO

Los expertos de la conducta lo recomiendan: hay que aprender a decir que NO.

Se trata de un hábito saludable que no solo puede traerte grandes beneficios en tus relaciones personales, sino también con tu banco o entidad financiera.

Es cierto que la premura por alcanzar una meta puede empujarte a la toma de decisiones apresurada. Pero, recuerda, una de las señales de que eres un usuario de productos financieros empoderado es que conoces el momento oportuno para decir no.

¿Significa que siempre tengo que rechazar las ofertas del banco? No necesariamente. Más bien, la idea es que aprendas a tomar decisiones financieras basadas en el análisis detenido de sus beneficios y riesgos, evitando ese sentimiento familiar de que te tomaron el pelo cuando el manejo de tu producto se sale de control.

Según la complejidad del producto financiero, tómate el tiempo y el rigor para evaluarlo.

Antes de embarcarte en una decisión que tendrá serias implicaciones para tus finanzas durante los próximos años, asegúrate de haber dado el “sí” con cabeza fría. Considera…

Evaluar los pros y contras

Ante la toma de cualquier decisión siempre habrá aspectos positivos y negativos que, listados de manera organizada, te darán una idea más acabada de hacia dónde debes dirigirte.

A veces, el deseo incontenible de hacer ese consumo te impide ver los aspectos negativos de tu decisión o los mitiga. Cuando suceda, trata de fijar los pies sobre la tierra y hacer conciencia de que esa puede ser la mejor evidencia de que tu juicio está sesgado. Los escenarios perfectos son excepcionales, la norma es que haya pros y contras.

Cuando los anotes, considera las implicaciones que tu decisión acarreará a tus finanzas, ya sea por unos pocos meses, varios años o a largo plazo, dependiendo del producto que estás a punto de adquirir.

Si la entidad financiera te contacta vía telefónica, solicita la información por correo electrónico y, dicho sea de paso, evita compartir tus datos personales hasta que corrobores la autenticidad de quienes te llaman.

Consultar con tu almohada

Cuando eres consciente de que ese producto te beneficiará y te has decidido a aceptarlo, ahora toca reflexionarlo por última vez, cuestionando tus propios argumentos y, por supuesto, ponderando con inteligencia los del vendedor.

A veces, esta es la etapa en que reparas en que te estás dejando llevar por un simple deseo de consumo, más que por una necesidad impostergable; o, en cambio, puedes confirmar la urgencia y la necesidad de la compra o darte cuenta de que, aunque necesitas adquirir ese servicio o bien, puedes esperar un poco más.

Quizá dentro de algunos meses puedes conseguir mejores condiciones en el mercado o necesitas tomarte el tiempo y prepararte mejor para el paso que estás a punto de dar.

Negociar con tu oficial

Ya lo tienes claro. Has identificado concienzudamente que te conviene ese producto financiero. Pero resulta que hay condiciones que podrían mejorar. En este punto, no temas en planteárselo a tu oficial de cuentas.

Es cierto que las entidades de intermediación financiera pueden parecer intimidantes, pues en muchos casos contemplan relaciones contractuales a las que solo queda adherirse. Pero el margen para los cambios existe casi en cualquier situación.

Te sorprenderá la cantidad de puertas que puedes abrir con un espíritu de negociación y diálogo frente al representante de la institución, siempre sosteniendo una interacción formal, pero también cercana.

Prepárate para las ofertas

En un mercado como el dominicano, caracterizado por múltiples bancos y entidades de ahorro y crédito cuya meta es ampliar su clientela y ofrecer la mayor cantidad de productos posible, debes asumir que puedes ser contactado mediante cualquier cantidad de canales de comunicación para que aceptes una tarjeta de crédito o préstamo que quizá ni siquiera estabas considerando.

Los mensajes pueden ser lo bastante persuasivos como para convencerte de que te conviene tomar un producto que no te hace falta o del que puedes prescindir perfectamente.

Incluso si, por el contrario, ya has identificado tu necesidad de financiar un consumo importante como tu casa, vehículo o estudios, no tienes que tomar la primera oferta que se te presente.

A veces se dificulta conseguir las mejores condiciones en la primera entidad de la lista, pero quizá la historia sea muy distinta en las demás. ¡Aprovecha la ventaja de contar con un abanico de opciones! Evalúalas y decídete por la que más te convenga. Y si ninguna se adapta a tus necesidades o posibilidades, siempre puedes decir NO y continuar ahorrando hasta mejorar tu posición de negociación.

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