Estrategias financieras para la vida: consejos que funcionan
En la columna de hoy vamos a adentrarnos en una idea fundamental para mejorar tus finanzas personales, no solo desde lo teórico sino también desde lo práctico. A través de esta perspectiva, vas a poder entender mejor de qué hablamos cuando mencionamos finanzas personales, y al mismo tiempo, te servirá como un GPS para evaluar en qué etapa te encontrás y cómo llegar al estadio deseado. Las finanzas personales tienen su propia biología, que puede ir en paralelo o no con la vida de una persona. Para trazar un paralelismo, resumiremos los estadios de la vida en tres: infancia, adultez y tercera edad. De la misma manera, la biología de tus finanzas personales consta de tres etapas: compartimientos estancos, interacción de flujos y capital, y libertad financiera. Hoy aprenderemos qué caracteriza a cada una de estas tres etapas y los pasos a seguir para avanzar a través de las mismas. Para ello, profundizaremos en un novedoso enfoque sobre el que venimos trabajando en columnas anteriores, referido a dos grandes pilares de tu economía personal: el flujo y el capital. Comencemos entonces estudiando las características principales de la primera etapa en cuanto a la biología de tus finanzas personales. ¡Manos a la obra!
Primera etapa: compartimentos estancos
Si tenés ingresos por los cuales tenés que trabajar pero no tenés ahorros (o peor aún, tenés deudas o patrimonio neto negativo), aún no entraste en esta primera etapa de la biología de tus finanzas personales, sino que, estás en una etapa embrionaria o anterior. La biología de tus finanzas personales comienza con una primera etapa que, al igual que las siguientes, podemos clasificar en función de tu relación con los flujos y el capital. Es importante entender que una persona en edad adulta puede nunca haber entrado en esta primera etapa, encontrándose en un estadio embrionario en lo relativo a sus finanzas personales. Llamamos a esta etapa “compartimentos estancos” porque tanto el flujo como el capital existen, pero corren por caminos separados, sin interactuar entre ellos. Definimos como flujo los ingresos mensuales que una persona posee, y como capital (también llamado activos o patrimonio) sus ahorros. Una característica clave de esta primera etapa es que los flujos originados pertenecen al campo de los flujos o ingresos activos. Esto significa que debés trabajar para generar estos ingresos: si trabajas más, ganarás más, pero si por algún motivo no podés trabajar, esos flujos dejan de generarse. En columnas anteriores hemos definido los distintos tipos de flujos posibles, determinando al menos seis fuentes, pero en esta etapa los mismos pertenecen exclusivamente a los ingresos en relación de dependencia o como emprendedor/cuentapropista. Por otro lado, entendemos por capital el ahorro que una persona puede tener, originado por un excedente acumulado entre sus ingresos y sus gastos, herencia o cualquier otra forma de generación de capital. En esta primera etapa de compartimentos estancos, ese capital se encuentra o bien “debajo del colchón” o bien invertido a una tasa que solo sirve para mantener su poder adquisitivo en el tiempo, pero no genera ingresos reales. Podemos decir entonces que ese capital corresponde a un “ahorro de emergencia” o a un “ahorro para consumo” (ahorro con el objetivo de cambiar el auto, refaccionar la vivienda, etc.) Para catalogarlo como ahorro de emergencia, debería ser igual a seis meses de ingresos; superando ese monto, pasaría a ser capital ocioso. Entonces, Pero si tenés ingresos por los cuales tenés que trabajar y, al mismo tiempo, tenés ahorros que no te generan ingresos extras a tus ingresos laborales, entonces felicitaciones, se puede decir que te encontrás de lleno en esta primera etapa. Para poder pasar a la etapa siguiente, vas a tener que lograr que tu flujo y el capital comiencen a dialogar, a interactuar. Veamos cómo sería esto.
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Segunda etapa: interacción de flujos y capital
En esta segunda etapa, tus flujos totales están compuestos tanto por ingresos activos como por ingresos pasivos, originados por inversiones financieras, monitoreadas, propietarios o patentadas. ¿Suena complicado? Desmenucemos cada uno de estos conceptos: Ingresos Pasivos Financieros (IP Financieros): Mis preferidos. Se generan cuando invertimos dinero en algún tipo de activo financiero que tenga flujos de fondos positivos durante su vida útil, como ser: Plazos Fijos, Bonos, Obligaciones Negociables, Cheques de Pago Diferido, Cauciones Bursátiles, Fondos Comunes de Inversión de Renta Fija, DeFi, etc.... Ingresos Pasivos Patentados (IP Patentados): Se trata de generar “algo” que tenga cierta utilidad para un grupo numeroso de personas y luego patentarlo para cobrar regalías cada vez que se utilice. Ejemplos: Libros, ebooks, franquicias, apps para celulares, música, domaining (registrar dominios en la web para luego venderlos), etc. Ingresos Pasivos Monitoreados (IP Monitoreados): Derivan de la creación de un negocio que no requiere nuestra presencia física ni dedicación total, sino que basta con una dedicación parcial para monitorear la generación y la concreción de los ingresos. Cualquier tipo de negocio, ya sea correspondiente a la economía real (vía delegación del mismo) o virtual (vía automatización), corresponde a esta categoría. Lo importante es que no somos nosotros los que llevamos adelante el negocio, sino que está automatizado, delegado o tercerizado. Ingresos Pasivos Propietarios (IP Propietarios): Se generan cuando una persona dueña de un bien o propiedad decide ceder la explotación o uso y cobrar un importe por ello. Algunos ejemplos son propiedades inmobiliarias, galpones, autos que se alquilan para ser usados como taxis o remises, o cocheras. En esta etapa, los ingresos totales tienen una composición de ingresos activos y pasivos, con las siguientes características: generalmente, los ingresos activos (aquellos por los que tenés que trabajar) son más altos que los pasivos (aquellos que se generan sin tu presencia activa). Además, los ingresos pasivos todavía no alcanzan a cubrir los gastos totales de la persona. ¡Felicitaciones si te encontrás en esta etapa! Has adquirido cultura financiera y ya conocés de primera mano el “gustito” de los ingresos pasivos como liberadores de tiempo. Pero vamos por más, es momento de pasar a la última etapa de la biología de las finanzas personales: la de la libertad económica.
Tercera etapa: libertad económica
En este nivel, los ingresos pasivos que generan tus activos adquiridos son iguales o superiores a tus gastos totales (fijos más variables). Si alcanzaste esta etapa, sos consciente de que ya no necesitás el ingreso de tu empleo en relación de dependencia o como cuentapropista para vivir. Más allá de que el salto no siempre sea sencillo y sientas que es mejor continuar trabajando para fortalecer aún más tus ahorros e inversiones, lo cierto es que ya no tenés que seguir poniendo el cuerpo para generar ingresos. Tus ingresos ahora se generan en forma suficiente gracias a una conjunción de tus ideas con tus inversiones, tal como lo vimos tiempo atrás en esta nota. Por supuesto, esto no significa que te hayas vuelto millonario. Si lográs reducir tus gastos totales mediante un estilo de vida austero, los ingresos pasivos que necesitarás para financiar tus necesidades no deberán ser tan elevados. En este nivel, comienza a haber mucho tiempo libre para dedicarle a las ideas que funcionan para tus bolsillos y, principalmente, a aquellas actividades que enriquecen tu espíritu. Estas pueden involucrar deseos personales (viajes pendientes, hobbies, etc.) como acciones dedicadas al prójimo que disfrutás hacer. Felicitaciones si te encontrás en esta etapa, ya que has logrado la tan anhelada libertad económica. Este es el momento de disfrutar y de seguir creciendo tanto en tus finanzas como en tus proyectos personales.
Conclusión
A lo largo de estas etapas, hemos visto cómo la biología de nuestras finanzas personales puede transformarse y evolucionar. Pero más allá de comprender cada etapa y sus características, es fundamental reflexionar sobre el propósito de este viaje financiero. No se trata solo de acumular riqueza, sino de ganar libertad y tiempo para dedicar a lo que realmente nos importa. La clave está en entender que cada persona tiene su propio ritmo y camino. No todos avanzan al mismo tiempo ni en las mismas circunstancias. Lo esencial es ser consciente de nuestra situación actual y de los pasos necesarios para mejorarla, siempre buscando el equilibrio entre ingresos activos y pasivos. Mi consejo final es que te tomes el tiempo para planificar y educarte financieramente, pero también para disfrutar del proceso. Celebrá cada logro, por pequeño que sea, y mantené la vista en tus metas a largo plazo. Y sobre todo, recordá que la verdadera riqueza reside en el equilibrio entre la estabilidad financiera y la realización personal. ¡Adelante, que el viaje recién comienza!