¿Qué es el ciclo de los hábitos y cómo aplicarlo para mejorar sus finanzas?

Es probable que alguna vez haya dicho: "mañana empiezo a hacer ejercicio" o "mañana comienzo a comer saludable" o "el proximo mes empiezo a ahorrar" y no lo haya hecho.

A veces los seres humanos sencillamente no sabemos de dónde sacar esa fuerza de voluntad; o simplemente no sabemos cómo crear un hábito para que este se vuelva duradero. 

Un hábito es un comportamiento que, aunque una vez empezó a hacerse por decisión propia, hoy el cerebro lo hace en piloto automático, sin pensarlo mucho. 

En su libro “El poder de los hábitos” el autor Charles Duhigg expone diferentes investigaciones científicas que explican por qué existen los hábitos, cómo funcionan y cómo podemos establecer buenos hábitos y cambiar los malos. 

Según Duhigg, podemos construir cualquier hábito mediante tres pasos que son conocidos como el ciclo de los hábitos. 

La idea detrás de este ciclo es que nuestro comportamiento está guiado por una señal, una rutina y una recompensa y, para cambiar un comportamiento en específico, se deben identificar y aislar las señales y las recompensas; y cambiar las rutinas. 

La señal

Lo primero en el ciclo es la señal, que es cualquier cosa que desencadena el comportamiento o acción. 

Piense en lo primero que hace cada mañana cuando se despierta. ¿Se cepilla los dientes? ¿Va al baño? ¿Va directamente a la cocina para preparar café? 

En este caso, la señal es despertarse y su cerebro hace ciertas acciones en piloto automático, acciones que ya está acostumbrado a hacer todos los días. 

Las señales pueden estar en cuatro categorías diferentes: 

  • Horario/ Tiempo: la señal es un horario o un momento en el día, como despertarse e ir directamente a preparar un café; o revisar el correo a una hora específica.
  • Ubicación: en la casa, oficina e, inclusive, en el gimnasio, tenemos diferentes hábitos. Mentalmente asignamos hábitos a lugares específicos. 
  • Estado emocional: los estados emocionales son señales que nos llevan a hacer acciones de manera instintiva. Por ejemplo, algunas personas comen cuando se sienten deprimidas, otras compran de manera excesiva cuando tienen estrés. 
  • Otras personas: las personas que nos rodean pueden influir de manera directa en nuestros hábitos y comportamientos. Si nos rodeamos de personas con buenos hábitos, es probable que nosotros mismos decidamos empezar a aplicarlos. 

Lo que pasa regularmente es que no somos conscientes de las señales que desatan nuestras rutinas y hábitos. Por ejemplo, una persona puede tener el hábito de comerse un postre todos los días a la misma hora sin ser consciente de que la razón por la que la hace es que en ese horario debe hacer una tarea que le parece aburrida o muy estresante. 

Así, el primer paso para cambiar hábitos es identificar cuál es el desencadenante o la señal que lo lleva a hacer dicha acción. 

La rutina

La rutina es aquella acción o comportamiento que desea establecer, cambiar, o reforzar. Por ejemplo, quizás quiere dejar de fumar, beber más agua durante el día, empezar a ahorrar, o dejar de gastar de más.

En su libro, Duhigg afirma que, cuando se trata de los malos hábitos, es más efectivo reemplazar la rutina "mala" por una más saludable, en vez de eliminarla del todo.  

Las recompensas

La recompensa es aquello que recibe por realizar la acción, es la razón última por la que aquel comportamiento se ha convertido en un hábito. 

La recompensa puede ser cualquier cosa que satisfaga un antojo, desde una sensación de alivio por fumar un cigarrillo hasta simplemente beber agua para saciar la sed.

Si existe una recompensa positiva y el hábito se repite constantemente, el cerebro desarrolla cierto deseo por recibir esa recompensa. En este punto, estos tres pasos se convierten en un ciclo. 

Los antojos y las recompensas son entonces el combustible del ciclo de los hábitos, haciendo que estos se realicen de manera automática. 

¿Cómo aplicarlo en las finanzas?

Cuando se trata de adquirir buenos hábitos financieros, también puede aplicar los mismos principios que explica Duhigg en su libro. 

En ese orden de ideas, para cambiar un mal hábito debemos encontrar, primero, cual es la señal que desencadena la acción y cuál la recompensa que recibimos.

Por ejemplo, si usted es un comprador compulsivo, identifique en qué momentos del día decide comprar. ¿Es cuando pelea con su pareja? ¿O es en momentos de alto estrés en el trabajo? 

Una vez identificada la señal, podrá decidir con anticipación qué hacer cuando esto suceda para, así, cambiar la rutina. Por ejemplo, si la señal es el estrés laboral, cuando esto ocurra, en vez de comprar puede decidir meditar o hacer ejercicio para liberar estrés. 

La recompensa en ese sentido no sólo será ver la mejora en sus finanzas personales, sino, poder controlar sus niveles de estrés y sentirse más aliviado. 

Si lo que desea es establecer hábitos que no tenía antes, puede ser muy específico con las señales y rutinas que va a empezar a implementar. 

Por ejemplo, puede establecer que cada vez que reciba el pago, inmediatamente va a separar el 10% de su salario para el ahorro, o que apenas lo reciba va a implementar el método de sobres para destinar una suma de dinero a cada rubro de su presupuesto. 

En este caso, la señal es el día de pago de su salario. La rutina es separar el 10% de su salario en otra cuenta; o separar el dinero del mes en sobres. 

Y, finalmente, la recompensa es tener más dinero ahorrado, con el que podrá llevar a cabo sus metas de corto, mediano y largo plazo.

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